SALMO 39
Esperé en el Señor con gran confianza.
El se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias.
El me puso en la boca un canto, un himno a nuestro Dios.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé en el Señor con gran confianza.
El se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias.
El me puso en la boca un canto, un himno a nuestro Dios.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
¿Pero cuál es Tú voluntad Señor?
"Después de que se ha hecho lo posible
para sostener en lo alto la antorcha de la vida, llegada la hora y cuando
"ella" está ya a la puerta, es una locura oponerse al desenlace
inevitable. En ese trance, la sabiduría aconseja colgar la espada, soltar los
remos, dejarse llevar" (P Ignacio Larrañaga)
Morir dignamente, dejar este mundo serenamente,
sin rebelión, aceptando, para renacer de nuevo, dejando nuestra envoltura
corporal para que ya nuestro espíritu regrese a la vida eterna, al regazo del
Padre sin perder su propia identidad.
Si pones los medios
a mi alcance, y en mi mente la idea ¿no será acaso esa Tú voluntad?
“Mi alma está muy triste, hasta la
muerte” dijo Tú hijo amado. “Hagase Tú voluntad y no la mia”.
Hagase pues Tú
voluntad y no la mia señor pues, mi alma al igual que la de Tú hijo esta muy
triste. Dame las fuerzas necesarias para poner todo en orden, Retira de mi esta
apatia que me embarga y despues ,al igual que nuestro Señor Jesucristo, podre
decir;
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu
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