Extractos del libro "Morir es nada"
"Estamos
solos ante la muerte, pero necesitamos desesperadamente poder llegar
bien acompañados hasta ella. Sólo un viajero se apeará
al fin del trayecto, pero quienes han sabido recorrer con él
su último tramo, habrán aprendido más del hecho
de morir que todos los expertos del mundo juntos."
"Compartir tiempo y espacio con un moribundo, especialmente si es
una persona querida, es un privilegio que debe degustarse con naturalidad,
estando tranquilo y relajado. Es la última oportunidad de
compartir vida, vivencias y emociones con esa persona, vale la pena
aprovecharla, pero sin agobios para nadie. No se puede hacer, compensar
o precipitar aquello que no se hizo con esa persona durante todo
el tiempo de vida anterior."
"Situarse cara a cara con un moribundo, acompañarle
en su último trayecto, es siempre un trago difícil.
Debe tenerse bien presente que para soportar la muerte de otro debemos
enfrentarnos y luchar con nuestros sentimientos, con nuestros miedos,
con nuestra frustración, con la percepción que tengamos
de la muerte... y cuanto más controlemos esa batalla interna
y personal, mejor será la ayuda que prestaremos al moribundo
y más enriquecerá esa misma experiencia a ambos. Meditar
sobre la muerte del otro es el mejor camino para hacerlo sobre la
propia, aceptar la del otro ayuda a aceptar la propia. Y viceversa."
" El suicida, con su propio acto, deja a quienes le sobreviven un
mensaje francamente difícil de asumir, ya que en muchos casos
se culpa, sentencia y condena a otros sin ofrecerles la menor oportunidad
para defender sus posturas y conductas, pero no debe olvidarse jamás
que darse muerte fue la opción que esa persona eligió
para sí mismo, nadie se la impuso, ni siquiera se la recomendó.
Si se comprende esta realidad y se asume y respeta -aunque no se
comparta en absoluto- la decisión que tomó el suicida
en ejercicio de su autonomía, el proceso de duelo será
normal y nadie deberá sufrir más de la cuenta."
Pepe Rodríguez
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