Pasan los días
mi amor y mis ojos no se secan. Pasan los días y mi pena es más grande. Todas
las noches acabo mis rezos con el mismo ruego; “Señor acoge estas oraciones por
el eterno descanso de mi esposa y acuérdate de mí, no consientas que me condene
sino llévame contigo”. Pero todas las mañanas amanece el día y yo sigo aquí,
cuando lo que querría es estar a tú lado. ¿Por qué te puso en mi camino para
luego llevársete así? ¿No habíamos sufrido ya bastante? ¿Acaso no dimos un
hogar, en su vejez incluso a los tíos de tú madre, para que no estuvieran solos
y desamparados? ¿Qué hemos hecho para que nos separara tan pronto y tan rápido?
¿Por qué siempre da pan a quien no tiene dientes?
Cada día me
apetece menos salir a la calle, porque comienzo a tener envidia. Envidia de las
parejas de ancianos que van juntos. De esas que cuando las veíamos nos
decíamos “así iremos nosotros cuando seamos viejecicos”. Tú ya nunca serás
vieja amor mío, te has marchado en la plenitud de tú vida. Cuando por fin, con
un poco de suerte teníamos que comenzar a vivir.
Yo estaba mejor,
bastante más estabilizado, las chicas estaban bien con sus recién nacidos. Que
feliz hubieras sido amor mío criando a tus nietos, además lo hubieras hecho de
maravilla, pues como mejor se aprende en esta vida es con amor y a ti de eso te
sobraba para todos. Amor para las chicas, para sus parejas, para mi madre y
para mí. A cada uno se lo repartías en su justa medida, menos a mí que me lo entregabas
a raudales.
Te anhelo
cariño, te añoro tanto. Si solo pudiese sentir el roce de la punta de tus
dedos, o contemplar esa sonrisa que me llenaba la vida por completo.
Te tengo colgada
por todos los rincones, y cuando te miro no puedo creerme que no vayas a entrar
por la puerta como tantas veces cuando quedabas con las chicas y luego venias.
Con esa vitalidad contagiosa que me hacia ponerme en marcha aunque tuviera un
mal día. Te miro y un nudo se aferra a
mi estomago, no como cuando venias a buscarme al autobús para llevarme a
urgencias, este nudo es diferente. Este nudo no se quita pinchándome un sedante
como entonces. Este nudo me aprisiona y me quita las ganas de vivir. Sube a mi
garganta la atenaza y entonces, solo el llanto me relaja por un momento.
Ha pasado
otro día sin ti cariño aunque, para mí, es como si no hubiera existido, igual
que todos los días pasados desde que la muerte te me arrebato. Como hoy no ha
venido nadie no he tenido que fingir, he podido convivir cara a cara con mi
tristeza sin tener que pensar en los demás. La verdad es que últimamente es
como mejor me siento, cuando me quedo solo y puedo dar rienda suelta a mis
sentimientos, llorar, gritar, golpear… sin tener que dar explicaciones a nadie
de porque actuó así en ese momento. Lía cuando rompo a llorar o pego un golpe
de rabia en la mesa se asusta y se va al dormitorio, no sé qué le pasa ya sabes
que ha sido siempre una perra muy sentida. Me gustaría saber que corre por su
cabeza, a lo mejor ella con su sexto sentido te siente entre nosotros y yo no puedo.
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